Recorriendo la Gastronomía en Cantabria

La franja costera de Cantabria abarca cerca de 150 kilómetros de recorrido por espacios naturales privilegiados, salpicados de playas, montañas y valles. Un auténtico paraíso donde se hayan ancladas las villas marineras, parada obligada para degustar mariscos y pescados frescos, extraídos del Cantábrico. El recorrido pasa por Castro Urdiales (famoso por el besugo y los caracoles de tierra así como por sus tascas y bares, repletos de pinchos de todo tipo), Laredo (con una peculiar forma de preparar el bonito, famosa por sus respigos y por sus multitudinarios concursos veraniegos de marmita en el día de San Roque) y Santoña (universal por sus conservas de anchoa, ventresca y bonito).

En Isla se puede degustar una langosta o un ollocántaro (bogavante) a la plancha, en Pedreña las extraordinarias almejas de la zona y en San Vicente de la Barquera el sorropotún (variante de la marmita) y las ostras. En lugares como Noja, Ajo, Loredo, Somo, Mogro, Suances y Comillas es posible disfrutar en verano de las parrillas al aire libre, donde degustar los autóctonos bonito, bocarte y sardina.


Fiesta del Orujo

Una de las comarcas más atractivas por el entorno natural montañoso que conforman los Picos de Europa y los encantadores pueblos rurales es Liébana con su capital en Potes. La especial orografía y microclima de la zona permiten cultivar con sorprendente éxito verduras, frutas y legumbres. Se dan generosamente las setas y los caracoles y existe una importante industria artesana de producción de quesos de gran calidad con denominación de origen (como el queso picón Bejes-Tresviso o los quesucos).



Son también conocidos sus jamones curados al frío y sus embutidos. Los protagonistas de la mesa lebaniega son sin duda los quesos y el cocido lebaniego que, pese a su contundencia, tiene seguidores durante todo el año.

Como postres conviene probar la miel y los dlces caseros de la zona. Y para comidas indigestas el té de los puertos de Aliva con orujo. Todos estos productos pueden adquirirse en el tradicional mercado de Potes de los lunes, así como en las tiendas y bares del valle.






Mención aparte merece al aguardiente de orujo y sus muchas variantes que han dado lugar a una de las celebraciones más atractivas de la región, la Fiesta del Orujo, que tiene lugar el segundo fin de semana de noviembre en Potes.



Esta festividad consiste en la degustación del orujo que se produce en la comarca, acompañado de música tradicional, mercados populares, participación de famosos y concursos. La producción de orujo lebaniego se remonta a la cosecha de viñedos en los monasterios en la Alta Edad Media.

Gastronomía de los valles



Entre la montaña y el mar se encuentran los fértiles y bellos valles de Cantabria y también una gastronomía peculiar que vale la pena descubrir. Entre las cuencas de los ríos Saja y Nansa, en la zona occidental de Cantabria, un lugar de altísimo valor ecológico, está el Parque Natural Saja-Besaya. Es la zona del cocido montañés, con su generoso compango, el guiso más popular de la región que se puede degustar en tabernas y mesones de Bárcena Mayor, Tudanca, Valle, Ruente, Ucieda, Carmona, Cos… Siempre acompañado de alubias rojas estofadas, de buenas viandas de la zona, en particular carne de vaca Tudanca y, en época adecuada, de buenas piezas de caza.

Campoo y Valderredible, en la parte sur de la región, limítrofe con Burgos y Palencia, se puede dar buena cuenta de la cocina campurriana, cuyas estrellas son la olla ferroviaria, el chuletón de rechao, la miel de brezo y las setas.


Otro punto importante es Campoo de Suso, con buenos artesanos del queso y de la miel, de las mermeladas y las confituras silvestres.



En Valdeolea y Valdeprado de Río ofrecen buenas carnes de vacuno, lechazo, cordero y cabrito, así como miel de brezo y un estupendo pan, el de Olea, cocido en horno de leña. En las Rozas y Campoo de Yuso, la especialidad es el pollo de corral o “picasuelos”. De Valderredible destaca la patata, considerada la mejor de Cantabria, además de buena miel, como en toda la zona y un sabroso queso que se elabora en Guerrero, el valluco, artesano puro de oveja.

Los Valles Pasiegos forman una tierra dotada de una riqueza extraordinaria de pastos. No es de extrañar que la vaca pasiega, hoy casi extinguida, diera la mejor leche y sus derivados,
particularmente la mantequilla, sirvieran para elaborar una gran repostería, sobre todo sobaos y quesadas, productos que han logrado ser los mejores embajadores de la cultura pasiega.




Para terminar el recorrido por la Cantabria más sabrosa, falta una visita a los valles de Asón y Soba, en la costa oriental de Cantabria, escasamente poblada y con una belleza paisajística notable. El Asón, junto al Pas, es el río salmonero por excelencia en Cantabria. Su cocina, como no podía ser de otra forma, incluye salmón, trucha y angulas. El itinerario gastronómico comenzaría en Colindres, que cuenta con puerto pesquero y es zona de bares y tabernas donde se sirve buen marisco y pescado. En Limpias son famosos los picatostes con chocolate y en Ampuero las jornadas de las angulas y la caza, que atraen a multitud de comensales de todas partes. En el valle de Soba se recogen buenas setas y se preparan recios asados de cordero. Arredondo, conocida como la capital del mundo, presume de tener excelentes cotos de trucha y buena mano para los guisos de cordero y cabrito.

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