Fernández-Castaño y Cañizares siguen el rastro en el Iberdrola Open Cala Millor

Gonzalo Fernández-Castaño y Alejandro Cañizares defendieron con éxito las posibilidades de la Armada en la segunda jornada del Iberdrola Open Cala Millor. En una tarde de viento noreste, durísimo y frío, el madrileño firmó 68 golpes, que le situaron como a Cañizares a tres golpes de los líderes, el sueco Pelle Edberg y el sudafricano James Kingston.

Representan los líderes a dos escuelas exitosas en el panorama mundial. Sudáfrica no para de sacar talentos en la última década, mientras aún vive del rédito de Ernie Els y Retief Goosen. Suecia, que llegó tarde al concierto mundial -Olle Selberg, en 1985, consiguió la primera gran victoria para su país-, nutre también a Europa de grandes jugadores mientras esperaba la llegada de una estrella definitiva. Serán una dura oposición el fin de semana.

Jugando cuando el viento hacía estragos, cuando en el hoyo 3, un par 4, se firmaban resultados escandalosos como los 12 golpes del argentino César Monasterio, Fernández-Castaño hizo un canto a la paciencia. Pensó cada golpe, miró cada putt y firmó cuatro birdies por los nueve segundos hoyos, y dos bogeys, que le sitúan firme para buscar una victoria que el año pasado se le resistió, hizo cuatro segundos puestos, rompiendo así una racha desde 2005 con una victoria por año.

El hoyo 3 era 'Disneylandia', como dijo José Manuel Lara, que negoció bien un mal comienzo con +4 en los primeros cuatro hoyos. Llevaron los tees hacia atrás y no contaron con ráfagas de viento en contra de 40 kilómetros hora, que convertían en un desafío pasar de vuelo un barranco que acababa a 208 metros de la salida. "O la empalabas o no tenías oportunidad. Y el que no pega largo o pegaba muy alto, lo pasaba realmente mal", explicó Lara.

Cañizares, que disfrutó al comienzo del día de una mañana placentera, de apenas brisa, como Edberg, se topó con un fuera de límites en su hoyo 10 con el hierro 2 y eso le creó dudas. "Seguiremos luchando", avisa. "Lo malo fue el parón de las dos horas por la tormenta. Cuando volvimos, nos habíamos quedado un poco fríos y el swing ya no era el mismo".

Fuente: Marca.com

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