Llegan las primeras nevadas y a alguno ya se le hace la boca agua pensando en la posibilidad de coger los esquíes y disfrutar de su deporte favorito. El invierno no es demasiado bueno para los golfistas, aunque hay quien no para ni en las peores condiciones posibles.
En un campo de golf, eso ya lo sabemos, existen una serie de trampas que sirven para dificultar el juego. Bunkers de arena o hierba y pequeños lagos artificiales le agregan una dosis de exigencia a este deporte considerado uno de los más difíciles del mundo.
Pero cuando uno juega al golf en la nieve todo el terreno se vuelve un gran engaño. Por lo menos esa es la sensación que les quedó a los 38 golfistas que participaron en el primer torneo de golf argentino en la nieve, que se realizó durante dos días en el "Cerro Castor" de Ushuaia. La mayoría de los competidores eran amateurs –sólo dos eran profesionales– y además de jugadores locales hubo varios turistas extranjeros que aprovecharon sus vacaciones en la nieve para participar de la jornada. Nadie quiso perderse la novedad que incluyó vientos, nevadas, temperaturas bajo cero y muchos resbalones.
Jugar al golf en la nieve tiene sus orígenes, como no podía ser de otra manera, en Groenlandia. Como allí el frío y la nieve son una constante, los golfistas, para poder jugar, decidieron organizar torneos en la superficie helada. La idea parece que gustó y se exportó a Europa. Hoy existen campeonatos en Francia, España, Suiza, Alemania y Austria. Los organizadores de estos eventos suelen darle un toque altruista. Los fondos recaudados se utilizan para ayudar a ONG’s preocupadas por la conservación de la naturaleza.
Pero para jugar al golf en la nieve hay que tener en cuenta varias cosas. Además del frío, el terreno suele ser una complicación. Las calles son de nieve aplanada, pero nunca llega a ser tan regular como el césped de un campo de golf tradicional. Con los golpes y las nevadas, esta calle sufre alteraciones que entorpecen el juego. Lo mismo sucede con el green. Pese a estar más compactado que el resto del terreno y a los continuos cuidados para aplanar imperfecciones, la pelota no rueda con facilidad. Para contrarrestar este efecto, los hoyos tienen un diámetro más amplio que los normales. Algo es algo.
El Snowgolf, que así lo llaman sus practicantes habituales, cuenta con un reglamento propio. Las pelotas son fluorescentes para que puedan distinguirse de la nieve y en todos los golpes es obligatorio usar un tee para facilitar los tiros. Además, el green se llama white y dentro de su área la pelota puede ser levantada para sacudir la nieve adherida, algo que en el golf tradicional no se puede hacer. Ahora que parece que llega el mal tiempo, la lluvia e incluso la nieve, no guarde sus palos de golf, la bolsa y las ganas de jugar. Si cerca de casa tiene un buen prado y ha nevado, pruébelo, a lo mejor le gusta.
Fuente: El Periodigolf.
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