La historia comenzó en una granja de Nueva Gales del Sur, en Australia, donde unos granjeros para aumentar el nivel de incubación de unas gallinas pusieron unas bolas de golf pensando que podrían ayudar a aumentar el número de puestas por día. Independientemente de que mejorara el ratio de huevos que aparecieron en el corral en la siguientes jornadas, la visita de una serpiente pitón de algo más de un metro trastocó los planes de estos avispados granjeros, que descubrieron al ofidio a punto de morir con una terrible indigestión y cuatro bolas de golf en su estómago.
Inmediatamente los granjeros acudieron a la consulta del Dr. Payne, de la Clínica del Santuario de la Fauna de Currubin, que tras ver al animal decidió hacerle una radiografía y tras un rápido diagnóstico decidió operar a la serpiente para extraerle las cuatro bolas de golf.
No sabemos si los granjeros eran aficionados al deporte de los dieciocho hoyos o si su producción de huevos de corral ha mejorado. Pero parece que no volvieron a utilizar el reclamo de las bolas de golf para prevenir accidentes de ese tipo. Por cierto, la pitón se salvó.
Inmediatamente los granjeros acudieron a la consulta del Dr. Payne, de la Clínica del Santuario de la Fauna de Currubin, que tras ver al animal decidió hacerle una radiografía y tras un rápido diagnóstico decidió operar a la serpiente para extraerle las cuatro bolas de golf.
No sabemos si los granjeros eran aficionados al deporte de los dieciocho hoyos o si su producción de huevos de corral ha mejorado. Pero parece que no volvieron a utilizar el reclamo de las bolas de golf para prevenir accidentes de ese tipo. Por cierto, la pitón se salvó.
Fuente: El Periodigolf.
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