La inconstancia, reflexión

“La inconstancia, solo en el amor es virtud” así reza un viejo adagio del humanismo más escéptico. No se si en el amor será cierto, no entremos en temas espinosos, pero lo que sí puede afirmarse es que en el golf es la inconstancia el peor de los vicios, el camino que nos condena a no avanzar ni a mejorar nuestro juego y por ende, nuestros resultados. Juegas cuatro meses seguidos y ves que, por fin, los drivers van a calle con naturalidad, ni muy lejos, ni muy cerca, pero al centro de la calle.

Los putt entran razonablemente y el juego corto no hace muchos destrozos en tu tarjeta. Dejas entonces de jugar, no se por una lesión, por pereza, por frio en el campo de prácticas, porque cambias de profesor o porque en casa te proponen cinco planes seguidos para los fines de semana. En cualquier caso, dejas de jugar otros cuatro o cinco meses, un año, dos…el tiempo corre más deprisa cuando se pierde.

Al cabo de ese tiempo, vuelves, temeroso, a enfrentarte al campo. Los cuatro primeros hoyos, salen increíblemente bien, parece que has olvidado todos tus vicios y que el cuerpo juega con naturalidad. Es un espejismo, en el quinto hoyo, un aparentemente fácil par cuatro te enredas con una pérdida de bola, tres rabazos en calle y tres putts y terminas el hoyo con una rayita en tu tarjeta para no poner un ocho. Vienen de golpe las dudas, tu stand se tambalea, tu distancia a la bola es una duda, tus brazos se encogen incomprensiblemente y contra tu voluntad en el momento del impacto, giras el cuerpo, …parecería que todos los típicos errores que has tardado meses en olvidar se acumulasen de nuevo, todos juntos.

La moral se hunde. El golfista inconstante está condenado a levantar la pesada carga de su juego irregular y a empezar de nuevo. Como en el mito de Sísifo, aquel que fue condenado a subir la piedra todos los días para ver cómo rueda nuevamente hasta el fondo del abismo cada noche, el jugador, recoge su bolsa de palos, los contempla con desazón ya que ninguno le da confianza alguna, y vuelve al campo de prácticas para ver por donde empieza de nuevo.

De cualquier forma, y aquí viene otro mito griego a colación, como el ave Fénix, nos levantamos de entre nuestras cenizas y volvemos a empezar, disfrutando de nuestro juego, disfrutando de estar aquí de nuevo.


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