Mickelson, a por el Masters; Jiménez y García se hunden

El Augusta National es un campo que a ojos de un espectador es el paraíso. Ni una chuleta mal repuesta, ni un solo green más verde que otro, ni un árbol mal podado, ni un lago sucio, ni solo un bunker mal rastrillado. A eso hay que añadirle que hay una interminable colección de flores que decoran al ilustre campo y le dotan de una belleza digna de un lienzo del mejor de los paisajistas. Pero detrás de toda esa perfección, el Augusta National es un recorrido repleto de trampas y maldades. Si los jugadores disfrutaron de dos apacibles jornadas de golf, la tercera fue una verdadera masacre. Todavía es pronto para descartar a nadie, más si se ve lo que puede hacer este cruel monstruo, pero muchos (García, Jiménez y McIlroy, entre otros) han sepultado sus opciones con vueltas realmente decepcionantes. Aún así aparecieron unos superhéroes que, disfrazados de golfista, consiguieron hacer pocos golpes. Historias dignas de contar, pues harán de este Masters uno de los más recordados.

La primera y la más reseñable es la de Phil Mickelson. El zurdo, triple ganador de la chaqueta verde (2004, 2006 y 2010), sabe que para ganar aquí hace falta mucha paciencia, mucha garra y mucho golf. Pero, sobre todo, saber sufrir. Y él, a diferencia de Tiger esta semana, lo ha hecho. En el hoyo 14 de la primera ronda, Mickelson parecía desahuciado. Con cuatro sobre el par del campo, su mente comenzó a funcionar y su calidad empezó a teñir su tarjeta de birdies. Ya no es el golfista frágil que sucumbía siempre ante Woods y su reacción, impulsada por el entregado público de Augusta, es su mayor valor. Desde entonces, Mickelson ha acumulado 12 golpes bajo el par del campo, incluidos tres birdies en el inhumano hoyo 18, lo que le sitúan en -8 de cara a la emocionante última jornada.

Pero si Mickelson no lo ve todo desde arriba es porque Peter Hanson, inspirado por las vivencias compartidas con el estadounidense las dos primeras jornadas, está aplicando seriamente para que su momento de gloria sea este Masters. El sueco es una auténtica maza y cualquier similitud con la fuerza de los legendarios dioses escandinavos es perfecta para hablar de este jugador. Todo lo que hizo en la tercera ronda tenía sentido, nada desentonó en su tarjeta. Ni siquiera el fallo en el hoyo uno, pues desencadenó una asombrosa capacidad para hacer birdies (hasta ocho). Su escandalosa vuelta (65 golpes para -9 en el acumulado) ha minado las esperanzas de muchos jugadores que contaban con llegar al domingo con opciones reales de ponerse la entallada chaqueta verde. Ahora dependen de que este sólido golfista se autodestruya como le ocurrió a McIlroy el año pasado.

Bastante peor le fueron las cosas a Sergio García y Miguel Ángel Jiménez. El castellonense se hundió en unos catastróficos primeros nueve hoyos, bestiales en la tercera ronda, aunque fue capaz de aliñar el resultado con varios birdies en la segunda vuelta. Al final, -1 a ocho golpes de Hanson. Misma suerte corrió Jiménez, que terminó +1, un resultado que se intuye demasiado corto para poder contar con él la última jornada. No fueron la excepción. Augusta fulminó a McIlroy (+1), Donald (+7) y paró el arranque de Tiger (+3, mismo resultado que tras terminar la segunda vuelta). Tiger comentó que su error fue perdonar al campo y no cuidar las oportunidades que tuvo para hacer pocas. Visto lo visto, fue un verdadero pecado. Augusta no entiende de nombres y Tiger tendrá que esperar otro año para volver a sentir el verde sobre si.

Fuente: as.com

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