La honestidad antes que el liderato

Carlos del Moral va de percance en percance en Doha. Algunos no resultan lesivos para su oficio como los 46 pisos que se tuvo que subir andando el jueves. "Aún me duelen los gemelos", confiesa. "Llevo yendo tres días al fisio sólo por eso". Ocurrió que en el hotel en el que está alojado -de 50 plantas- se estropearon los ascensores y Carlos optó por subir por la escalera de emergencia. Cuando llegó al piso 23, la puerta de acceso a la planta estaba cerrada y tuvo que bajar de nuevo y subir por la otra escalera.

El otro sí influyó en el Qatar Masters. Fue en el hoyo 15 de la segunda jornada, que se completa el sábado en un torneo reducido a 54 hoyos por la suspensión por vendaval del viernes. A Del Moral le quedaba un metro para acabar el hoyo y se dispuso a patear, pero una ráfaga de viento le empujó hacia delante y notó que el palo había tocado levemente la bola. "La he tocado", confesó a sus compañeros de partido. Aturdido por el lance, se le olvidó reponer la bola en su sitio como dicta la regla y fue penalizado con dos golpes por ello. Salió con un doble bogey.

Sin ese error, Del Moral, 70 golpes en la segunda ronda, hubiera sido el líder entre los que acabaron la jornada matinal, pero se sintió mejor así. "Los dos que jugaban conmigo me dijeron que ellos no habían visto nada, pero hice bien. Si no me hubiera estado comiendo la cabeza el resto del tiempo. Mejor lo legal, que otra cosa", decía el valenciano, que en sus inicios como profesional superó un proceso de narcolepsia, enfermedad que le provocaba trastornos con los horarios en los torneos en ocasiones.

El valenciano, 26 años, se situó en el gran grupo de jugadores con tres bajo par que a mitad de jornada estaban a tres golpes del líder provisional Peter Hanson, aún con dos terceras partes de vuelta por jugar, entre los que se encontraban los españoles Pablo Larrazábal, Rafa Cabrera y Gonzalo Fernández-Castaño.

Fuente: marca.com

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