Golfistas en la niebla

No hay un campo en el mundo con más solera que el Old Course de St Andrews, donde hoy comienza la 139 edición del Abierto Británico. Aquí dicen que los pastores jugaban en la Baja Edad Media con palos y piedras que intentaban meter en las excavaciones de los conejos.

En el siglo XV, cuando se fundó la universidad de la elegante villa, algo parecido al golf era ya un juego popular. Y con el tiempo el Real y Antiguo Club crecido en este fragmento de la costa occidental de Escocia se convirtió en la casa de este juego. Como el Marylebone Cricket Club dictaba desde su sede en Lord's, en el centro de Londres, las reglas del cricket, el golf fue gobernado hasta fecha reciente desde el R & A.

Aquí se adora a Ballesteros, que cambió el mundo del golf europeo al ganar el Abierto británico en 1979 y que logró aquí su segunda Jarra de Vino en 1984. Ayer se le echaba de menos de una manera muy especial. Los organizadores del torneo convocaron a los ganadores en su palmarés a una cena de conmemoración, a la que Ballesteros se dirigió mediante un vídeo.

Tom Watson decía que era triste que su rival de 1984 no estuviese aquí, tras descartar el viaje por recomendación de sus médicos. Y en las disputas sobre las modificaciones que se han introducido en el campo -se han alargado tres hoyos para hacerlos apropiados para un Abierto en la era de las salidas de 'tee' a 350 metros- también se le recordaba.

Cuando los responsables del club explicaron que si hace muy mal tiempo pueden usar el viejo 'tee' del 17 si el nuevo se revela imposible de jugar, y cuando defendían su decisión de dejar crecer el 'rough' en la izquierda de la calle del mismo hoyo, un periodista británico reprochó a los organizadores tales cambios con un argumento que ilustra el impacto del golfista cántabro en la historia de este deporte: «¿Se dan cuenta de que han hecho imposible repetir el segundo golpe de Seve en el 17, en 1984?».

No está Ballesteros, que iba a competir en un torneo de cuatro hoyos entre veteranos ganadores -que tuvo que cancelarse por el mal tiempo- y el contingente español (Jiménez, García, Quirós, Cañizares, Garrido, Lara y Fernández-Castaño) no son candidatos probables a continuar las victorias recientes de Nadal o de la selección de fútbol, que se han convertido en comentario admirado de la Prensa británica sobre el deporte español.

Jiménez y García, que tienen mejor palmarés que los otros en el Abierto británico, salen a primera hora de la tarde de hoy, cuando, según el pronóstico del tiempo, una mañana con claros y nubes se habrá convertido en un día parecido al de ayer, lluvioso, fresco y con viento, que hacía del recorrido una tarea realmente esforzada.

Los organizadores dicen que sólo se suspende el juego si el viento mueve las bolas en el 'green' y que la Oficina Meteorológica les ha dado buenas nuevas: el fin de semana no será tan lluvioso, pero habrá viento, que son los elementos que consideran ideales para medir a los mejores golfistas del mundo en esta modalidad de 'links', de hoyos costeros, y ante un público escocés apasionado por este deporte pero que no quiere sufrir bajo la lluvia.

Cuento moral

Tiger Woods ganó el torneo las dos últimas veces que se jugó en este campo, pero el regreso del ídolo caído ha sido discreto. Ha evitado en sus recorridos de prácticas los hoyos 1 y 18, donde se concentra el público, y comparece compungido ante las cámaras para repetir una y otra vez que quiere reformar su carácter. Woods parece condenado a remachar el cuento moral que ha dado a este juego: un jugador extraordinario reconoce que no es una gran persona en su vida privada y cuando intenta ser mejor pierde su capacidad de victoria.

El mejor del momento, Phil Mickelson, no parece propenso a las sufridas victorias en este tipo de campos, pero el campeón del año pasado, Steve Cink, está jugando muy bien y se ha sentido a gusto en la práctica. El lunes salió con Tom Watson, a quien arrebató la jarra el pasado año en un final memorable. El veterano, experto en este tipo de campos, dice que se ha encontrado mejor en los últimos días.

Con una mirada en la Ryder Cup, que se celebra en Gales en otoño, una buena colección de europeos en buena forma -Westwood, Poulter, McDowell, McIlroy, los hermanos Molinari, Rose o Harrington- aspiran a llegar al domingo con opciones de dejar su nombre en el palmarés del Viejo Campo en el 150 aniversario del British Open.

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