Pebble Beach, un infierno en el paraíso

Aunque el golf lo inventaron los británicos y construyeron su catedral en Saint Andrews, Pebble Beach sigue siendo un campo igual de legendario. Un lugar obligado de peregrinación al que, después de diez años de espera, el Abierto de los Estados Unidos ha regresado.

Situado en la orilla del Pacífico, en plena península de Monterrey, el campo californiano ha tardado muy poco en presentar su tarjeta de visita a los 156 participantes del segundo «grande» de la temporada. Sin lluvia, los «greens» pequeños y muy duros mezclados con un poco de viento están convirtiendo una vuelta de golf en un calvario. «Ha sido muy complicado, a todos los “putts” les cuesta encontrar la línea», decía Tiger Woods al acabar la primera vuelta, que completó sin «birdies» por tercera vez en su carrera en un «grande».

Si las cosas no cambian, el torneo se ganará con un resultado bastante alto, cercano al par. En plena segunda jornada, las esperanzas españolas seguían depositadas en el grancanario Rafa Cabrera, que acabó con una bajo par el jueves y ayer salía en el turno de tarde. El resto de la «Armada» estaba teniendo un día complicado y el corte les amenazaba.

0 comentarios:

Publicar un comentario