El US Open del cambio de gobierno

No ajenos al ajetreo del Mundial de fútbol -que lo sigue hasta Tiger-, la totalidad de la nobleza del golf mundial se ha citado en Pebble Beach para disputar el US Open, el segundo grande de la temporada. La edición de este año ha cambiado el guión: está menos pendiente de la carrera que Woods inició contra la historia en 1997, y que alcanzó su cénit hace 10 años en este escenario, cuando ganó con 12 golpes bajo par y 15 de ventaja sobre Ernie Els y Miguel Ángel Jiménez, que de la posibilidad de que el número 1 mundial ceda el cetro tras cinco años de reinado ininterrumpido.

En realidad, ni Tiger dispara las expectativas de ver el domingo elevar su decimoquinto grande y quedarse a tres de Jack Nicklaus, la leyenda que sigue manteniendo que tanto el campo de la península de Monterey como el British en Saint Andrews, en julio, son terrenos muy favorables para Woods. "Cada año tienes cuatro oportunidades para ganar un grande", dice la megaestrella. "Hay veces que los campos te favorecen y otras no. Pero no significa que de antemano vayas a ganar".

Woods siente el aliento por primera vez en la historia, de verdad, de Phil Mickelson. El zurdo si gana ascenderá al trono mundial y el segundo puesto le puede valer si Tiger queda fuera de los cuatro primeros, una posición que sólo ha alcanzado desde su 'affaire' en el Masters de Augusta. El número 1 mundial, que se encara ante el periodista que le pregunta sobre un supuesto divorcio con un "eso a usted no le importa", tendrá que rescatar gran parte del arsenal que se quedó en el accidente de noviembre.

Otro campo dramático.

Pebble Beach, como todos los escenarios del US Open, volverá a sembrar el drama. Aunque Tiger lo ridiculizara en el 2000, el campo fue infernal para el resto. A su complicado trazado añade el viento del Pacífico, que causa estragos, sobre todo, en la primera vuelta y en el hoyo final, en el que Tiger echó demonios por la boca en el 2000 cuando un tremendo 'hookazo' acabó en la playa. A diferencia de otros años, sin embargo, no será el espeso rough el que determine el ganador. El campo californiano sólo necesita preparar los 'greenes' como tambores, secos, para que los tanteos se disparen.

Récord igualado en La Armada.

El golf español está envuelto en una paradoja. Con la mejor generación de la historia vuelve a igualar el registro de meter cinco participantes que consiguió el año pasado. Repiten los de siempre Álvaro Quirós, Sergio García y Miguel Ángel Jiménez, y se añaden Pablo Martín y Rafa Cabrera, debutante en las grandes plazas. Pero nadie, de partida, cuelga el cartel de aspirantes a ninguno de ellos. Jiménez ya demostró en el 2000 que este campo le va. Sergio García, por la ecuación talento-intentos, debería pelear de nuevo por esos torneos que se le resistieron y Quirós, que en cinco participaciones en los grandes sólo ha pasado un corte, está obligado a demostrar que su proyección hacia el 'top ten' mundial ya no tiene marcha atrás.

Entre el resto de contendientes, lo más interesante lo aporta Inglaterra. Ha consolidado un grupo fabuloso, liderados por Lee Westwood, en el que también se aglutinan Poulter, Casey y al otro lado del Mar de Irlanda, Rory McIlroy. Quizás ha llegado el momento de suceder a Tony Jacklin, que en 1970, hace 40 años, ganó el US Open. Cuando se llevó aquella edición de Hazeltine, seguramente no sospechó que la sequía europea (45 años) a la que había puesto fin, tendría una secuencia parecida que se prolongaría hasta la segunda década del siglo XXI. Como mínimo.

Fuente: Marca.com

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