- Cariño, ¿qué harías si yo muriese?
- Pues... no se, ¿por qué?
- ¿Te volverías a casar?
- No, en absoluto.
- No, en absoluto.
- ¿Es que no te gusta estar casado?
- Sí... pero...
- Sí... pero...
- Entonces ¿por qué no te volverías a casar?
- Pues... bueno, vale, probablemente volvería a casarme.
- Pues... bueno, vale, probablemente volvería a casarme.
- ¡Aja! (con cara de herida en su amor propio). Y ¿vivirías con ella en nuestra casa?
- A menos que ella tuviese otra, creo que sí.
- A menos que ella tuviese otra, creo que sí.
- (Con cara de fastidio) Y ¿dormirías con ella en nuestra cama?
- Pues sí, me imagino que sí.
- Pues sí, me imagino que sí.
- (Ya picada) ¿Y dejarías que se vistiese con mis ropas?
- No se, si ella quisiese, ¿por qué no?
- No se, si ella quisiese, ¿por qué no?
- (cabreada) Vaya, vaya. ¿Y cambiarías mis fotos por fotos suyas?
- Francamente, creo que sería lo más apropiado.
- Francamente, creo que sería lo más apropiado.
- (Saliendo de la cama mientras apunta amenazadoramente con el dedo) ¡¿Y le dejarías usar mis palos de golf?
- Ah no, eso sí que no. Es zurda.
1 comentarios:
Que bueno!!!!ja..ja..ja..
Publicar un comentario